LOS JUGUETES NO TIENEN SEXO

16 Nov

Estos días, mientras esperaba a mi hija en un centro comercial he visto una escena que me ha llamado mucho la atención. Un niño, de unos 5 años, apuntaba al escaparate de una tienda a los juguetes que le gustaba, y su madre simulaba no enterarse de lo que le decía el niño. El niño seguía apuntando a las muñecas, sillitas, bañeras, cocinas... hasta que su madre, algo enfadada, le dijo: hijo, no puedes jugar con eso, son juguetes de niñas, y tu eres un niño.

Estoy segura que en algún momento los padres hemos dudado en dar a nuestro hijo un juguete que esté predeterminado a los niños de otro sexo. Lo mismo pasa con los colores. A mí hija, por ejemplo, solo le regalaban prendas de color de rosa, lacitos… mientras yo buscaba comprarle cositas de todos los colores. También me acuerdo que uno de sus amiguitos le gustaba jugar a las muñecas. Siempre que iba a la guardería o parvulario, llevaba su muñeca en el carrito.

En una entrevista a Guiainfantil, Maite Francés, responsable de estudios de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes, nos dice muy claramente que los juguetes no tienen ni deben tener sexo. Ella dice que no es bueno hacer distinciones. No se puede atribuir un género a un juguete. Si que es cierto que algunos estudios indican que existe ciertas diferencias biológicas que demuestran que hay niñas que inclinan hacia un tipo de juguete más pausado y que tiene que ver más con los roles maternales, pero eso no quiere decir que no pueda existir niños que le guste jugar con muñecas y niñas a las que les encantan jugar con camiones… es perfectamente comprensible y normal.  El sexismo no está en los juguetes, sino que está en la intencionalidad y en el uso que se hace de un juguete.

Los juguetes no marcan el futuro sexual de los niños, y por lo tanto no debemos rotularlos. Depende mucho de la interpretación que hacemos los padres de las cocinas, de la vajilla… que jueguen nuestros niños, o del fútbol que pueda gustarle a nuestras niñas. Hay que respetar las elecciones de nuestros hijos con naturalidad y respeto, sin transmitirles nuestros miedos y aprehensiones.

Nuestros hijos, en el futuro, no tendrán una orientación sexual, un oficio o profesión que sean determinados por los juguetes de su preferencia en la infancia. Sean lo que sean, de mayores, será en función de la educación que hayan recibido y de muchos otros factores, pero jamás dejarán de ser nuestros hijos. Tenemos que romper con muchos perjuicios que fijan la sociedad. ¿Cómo podemos obligar a nuestros hijos a tener un juguete que no les gusta?